Editorial | Una deuda que pesa más que el agua

El Complejo Acuático de Armenia, obra recientemente inaugurada de forma simbólica por la Gobernación del Quindío, arrastra una deuda que no puede ser ignorada: más de 95 millones de pesos en consumo de energía que no han sido pagados por la administración departamental.

Mientras se celebran actos protocolarios y se insiste públicamente en que la Alcaldía reciba una obra que aún no cuenta con el soporte legal ni técnico requerido, se omite un detalle fundamental: la obra ya está generando gastos que nadie quiere asumir, y que amenazan con convertirse en una carga directa para las finanzas del municipio.

¿Cómo exigirle a la Alcaldía que reciba un escenario sin resolver siquiera las obligaciones básicas de sostenimiento? ¿Cómo trasladar la administración de un bien público sin saldar antes sus cuentas pendientes?

El silencio frente a esta deuda es más elocuente que cualquier discurso inaugural. Una obra no se entrega con aplausos ni con llaves simbólicas, se entrega con legalidad, responsabilidad y cuentas claras.

Si el Gobierno Departamental no puede sostenerla, no puede entregarla. Y si no paga la luz, mucho menos puede exigir que alguien más la prenda.

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