El programa Artes para la Paz, una de las apuestas más significativas en los últimos años para llevar procesos artísticos y culturales a niños, niñas y jóvenes de todo el país como herramienta de construcción de paz, atraviesa una crisis por reclamos de los artistas formadores frente a las condiciones laborales que enfrentan.

Los profesionales que hacen parte del proyecto, liderado por el Ministerio de las Culturas y operado por la Universidad de Caldas, aseguran que aunque creen profundamente en la importancia de este proceso y lo asumen con arte, amor y compromiso, se han presentado situaciones que ponen en riesgo la coherencia contractual y la dignidad laboral.

Entre las denuncias se encuentran la reducción del valor de la hora pese al aumento de la carga laboral, la emisión de ultimátums que vulneran el debido proceso, la falta de respuestas claras a derechos de petición, decisiones unilaterales en lo económico que desconocen acuerdos previamente firmados y procesos de retención de pagos para quienes no aceptaron modificaciones contractuales. Según los artistas, algunos compañeros se han visto obligados a firmar bajo presión y otros han tenido que retirarse, debilitando así el espíritu del programa.

“No pedimos privilegios, pedimos justicia y coherencia. El arte también es trabajo, y así lo reconoce la Constitución y las leyes de nuestra nación”, señalan los artistas en su pronunciamiento público, en el que exigen respeto a los contratos ya firmados, el valor hora pactado, cese a la retención de pagos, garantías de transparencia en la toma de decisiones y condiciones laborales dignas.

Para los formadores, Artes para la Paz ha demostrado que el arte no es solo un programa, sino un motor de transformación social. Sin embargo, advierten que esta semilla solo podrá crecer si se dignifica la labor de quienes día a día recorren aulas, veredas y territorios llevando cámaras, cuadernos, instrumentos, pinceles, danzas, dramaturgia y palabras.

Finalmente, convocaron a medios comunitarios, regionales y nacionales, así como a líderes de opinión y portales digitales, a visibilizar su voz y acompañar la exigencia de condiciones justas. “La paz también se construye dignificando a quienes enseñamos y acompañamos a las nuevas generaciones desde la cultura”, concluyeron.