El oso andino, una de las especies más emblemáticas y a la vez más amenazadas de Sudamérica, cuenta ahora con un nuevo respaldo científico desde el Quindío. El profesor José Aníbal González Naranjo, junto con las estudiantes de Biología Érika Julieth Sánchez Rojas y Daniela Giraldo Otálvaro, de la Universidad del Quindío, fueron invitados a integrar el proyecto “Establecimiento de Áreas Prioritarias para la Conservación del Oso Andino (RWPS 2.0)”, liderado por Parques Nacionales Naturales de Colombia en alianza con el Instituto Humboldt y respaldado por el programa internacional Saving Animals From Extinction (SAFE-AZA) de la Asociación Americana de Zoológicos y Acuarios.
El objetivo de esta iniciativa es ambicioso: actualizar la distribución del oso andino en Colombia, caracterizar los ecosistemas donde habita y diseñar planes de conservación en territorios estratégicos. La metodología incluye la elaboración de un mapa de distribución validado con aliados académicos, la caracterización ecológica y social de los territorios y la construcción de planes de acción que fortalezcan la conservación de la especie en toda su área de distribución, desde Colombia hasta el norte de Argentina.
El profesor González resaltó el valor de esta invitación: “Es un reconocimiento muy bonito, no solo para los investigadores que participamos, sino también para la Universidad del Quindío. A través de tesis doctorales y de pregrado hemos generado información clave sobre la distribución, alimentación y conectividad del oso, datos que hoy son insumos fundamentales para los tomadores de decisiones como Parques Nacionales e Instituto Humboldt”.
Los aportes del equipo uniquindiano provienen, en gran medida, de la tesis doctoral de González Naranjo titulada “Evaluación de la Funcionalidad del Oso Andino en los Ecosistemas de la Cordillera Central, Vertiente Occidental del Quindío”. Este trabajo ha permitido documentar la presencia del oso en municipios cordilleranos como Salento, Pijao, Córdoba y Génova, además de caracterizar su dieta y realizar estudios de conectividad poblacional.
Para las estudiantes, la experiencia es también un hito personal y académico. “Para mí es una gran oportunidad, no solo para aplicar lo aprendido en la carrera, sino para aportar a la protección de ecosistemas clave, no solo del oso andino, sino de muchas otras especies que dependen de ellos”, señaló Érika Julieth Sánchez Rojas.



