Columna de opinión por Rodrigo García, director Unidad Comercial de Syngenta en Andinos (Chile, Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela)
En Colombia, el café no es solo una bebida. Es identidad, paisaje, historia y, ante todo, agricultura. Cada primero de este mes, se celebra el Día Mundial del Café, instancia que exige reflexión. El cambio climático y la degradación del suelo amenazan la sostenibilidad, por eso, más que nunca, el futuro del café colombiano necesita soluciones que integren productividad, conservación y bienestar rural.
Hoy en día, los datos reflejan un positivo escenario en lo que corresponde al año cafetero, que va de octubre a septiembre, la producción registró un aumento del 37 %. En estos doce meses, la producción pasó de 14 millones 441 mil sacos (2024) a casi 15 millones en 2025, un crecimiento interanual del 31 %. Lo que genera mayor conciencia de cuidar la forma en cómo producimos de forma sostenible la caficultura.
En esa línea se enmarca el reciente acuerdo de colaboración con la Federación Nacional de Cafeteros – Comité Nacional de Cafeteros del Quindío, un paso decidido hacia una caficultura más sostenible, apoyado por el programa Operación Polinizador.
Este programa ha demostrado en campo que la naturaleza también puede ser una aliada productiva. En fincas de Caldas y Risaralda, donde se han implementado prácticas para restaurar hábitats y proteger polinizadores, se evidencian resultados alentadores tales como aumento de la biodiversidad de 32% y en el grano del café de hasta 24%.
Esto no es un gesto simbólico, es una apuesta real por una caficultura resiliente, justa y en equilibrio con el medio ambiente. Y cobra aún más fuerza al desarrollarse en el Quindío, corazón del Paisaje Cultural Cafetero, donde el café no solo se cultiva, se vive.
Hoy, más que brindar con una taza, celebramos a quienes la hacen posible: al campesino, a la recolectora, al joven que elige quedarse en el campo. Y reafirmamos que proteger el café colombiano implica cuidar sus raíces: la tierra, la biodiversidad y las comunidades que lo cultivan.
Porque en Colombia, el café se siembra con las manos, pero se sostiene con alianzas, ciencia y compromiso. Y eso, también, debe celebrarse.
Fuente: datos de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC).