No fueron ni una ni dos tarimas. Fueron muchas más las que movieron la ciudad, las que vibraron con artistas locales y nacionales que devolvieron a los armenios la emoción de sentirse parte de una celebración que les pertenece. Las Fiestas Aniversarias de Armenia 2025 marcaron un antes y un después: la cultura se recuperó, se defendió y volvió a brillar.
Después de muchos años de celebraciones modestas, la ciudad vivió una programación de alto nivel que combinó tradición, arte y modernidad. Desde los grandes escenarios en el Parque Fundadores, el Parque Sucre, la Plaza de Bolívar y el Estadio Centenario, hasta las actividades culturales que recorrieron distintos sectores y comunidades, Armenia volvió a sentirse viva, unida y orgullosa de su identidad.
Nada fue casual. La Alcaldía de Armenia, junto a la directora de Corpocultura, Erika Fernanda Falla, asumió el reto de transformar las fiestas en un proyecto cultural con propósito. Se gestionaron convenios, se sumaron patrocinios y se enfrentaron desafíos logísticos y climáticos. El resultado: una celebración diversa, incluyente y pensada para todos los públicos.
Armenia demostró que la cultura puede ser motor de desarrollo y orgullo ciudadano. Que detrás de cada desfile, cada comparsa, cada concierto y cada exposición hay una ciudad que se reconoce, que se celebra y que se construye con identidad. Desde el Desfile del Yipao y el Cuyabro, pasando por el Reinado de la Chapolera, el Concurso Nacional de Duetos Hermanos Moncada, las tres noches de tango y la Orden Cafeto de Oro, entre otros eventos, las fiestas se convirtieron en una vitrina del talento local y en un escenario de encuentro ciudadano.
En medio de la alegría, también hubo ruido. Algunos sectores intentaron empañar el éxito con críticas infundadas y desinformación, pero la gente habló más fuerte. Las plazas llenas, los artistas agradecidos y las familias disfrutando fueron la mejor respuesta.
Este año, Armenia no solo celebró su fundación. Celebró su identidad, su historia y su capacidad de volver a creer.



